Prácticamente todo viaje por Islandia incluye una visita a los tres atractivos que forman el círculo dorado; el parque nacional Pingvellir, Geysir y Gulfoss. Nosotros los visitamos el segundo día de nuestro viaje, justo después de recoger nuestro campervan, al inicio del road trip. Pensamos que sería lo mejor ya que empezamos nuestra travesía a fines de Mayo, cuando la temporada turística todavía no había comenzado y fue una excelente decisión. Por más de que son los lugares más turísticos de la isla, son al aire libre y su infraestructura está completamente preparada para recibir a los miles de visitantes. Esa fue nuestra primera gran sorpresa, todo estaba híper bien señalizado, ordenado y con instalaciones que no desentonan con el entorno. Al llegar a cada lugar una infografía te explica su historia, te señala las posibles rutas de visita y te guía mediante cartelitos a lo largo de todo el recorrido. Nuestra segunda sorpresa es que todas las entradas eran gratuitas. Islandia es un país muy caro, pero lo que pagas en comida, alojamiento y baños, lo ahorras en las entradas.

Parque Nacional Pingvellir

Este es quizás el parque natural de más fácil acceso al que hemos ido en toda nuestra vida. Llegas en carro, te estacionas en el lugar indicado al lado del centro de visitantes y se abre ante ti un balcón hacia un paisaje de cuento. La primera vista del parque es increíble. Fue en ese momento en el que comprendimos que Islandia no sería un destino como cualquier otro. Este parque nacional es importante por dos motivos. El primero es que fue aquí donde se estableció el primer parlamento en el mundo, el Alpingi. ¡No es poca cosa ser la cuna de la democracia! En segundo lugar porque ahí mismo se presenta la unión entre dos placas tectónicas continentales. Esto puede sonar a dato curioso sin relevancia, sin embargo en Islandia la clase de geografía es muy práctica. Placa continental a tu derecha y otra placa continental a tu izquierda, hueco en el medio.

Pingvelir
Parque Nacional Pingvellir

Se pueden seguir varios senderos que llevan a diversos atractivos dentro del parque. Nosotros visitamos la increíble grieta Almannagjá que separa las dos placas tectónicas, luego continuamos por el sendero que lleva hacia Pingvallabaer, una pequeña granja que funciona como oficina del parque y residencia de verano del primer ministro. Muy cerca está Pingvallakirkja, una hermosa y pequeña iglesia y terminamos en El Alpingi, el cual no es más que un grupo de rocas, entre ellas Logberg, la roca del rey, donde el orador  de la ley recitaba las leyes existentes a los miembros del parlamento que se reunían a escucharlas.

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Pingvallakirjka

Geysir

Al lado de la carretera y sin mas preámbulos que un pequeño camino asfaltado, encontramos a los famosos géiseres. Estos orificios desde donde la tierra escupe agua hirviendo existen en varias zonas volcánicas del mundo y todos reciben su nombre por este pueblo en Islandia. El parque geotermal tiene muchas calderas y géiseres en actividad. La experiencia de estar parado esperando una erupción es emocionante. Strokkur es el géiser más activo cuyos chorros de agua hirviendo llegan a alcanzar los 30 metros de altura.

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Geysir

Skojol Camping
(Kr. 1200 = US$ 11.5 por persona para pernoctar en carpa o camper, no incluye la ducha)
Para cuando terminamos la visita ya eran como las ocho de la noche, pero por la época todavía había mucha luz. Decidimos buscar un lugar para pasar la noche en el camper y encontramos el Skojol Camping, muy cerca al campo geotermal de Geysir. Su infraestructura es muy buena, tiene un salón cerrado con mucha onda donde preparan pizzas y puedes relajarte con una cerveza. Nosotros decidimos cocinar al aire libre y aprovechar del buen tiempo.

Skojol camper van
Skojol Camping

Debido a la proliferación exponencial de campervans en Islandia, hoy ya no está permitido pasar la noche en otro lugar que no sea un Camping ground. Los hay por todos lados y en todas las ciudades y pueblos de la isla. Cuando fuimos (Mayo 2017) costaban entre US$ 12 y US$ 20 por persona para pernoctar en una carpa o en un camper. El precio incluye el uso de un salón común lo cual es súper cómodo cuando estás acampando o durmiendo en tu carro. En el salón puedes cocinar y relajarte sin los embates del frío, el viento y la lluvia. Además, normalmente incluye el acceso a los baños y duchas, lo cual está de más decir que también es importante y necesario.  Todos los que usamos estaban muy limpios y bien mantenidos. Algunos incluso eran sorprendentemente pulcros. En la mayoría tienes que ir a pagar a una oficina o un hotel cercano y confían en la honestidad de los visitantes. Solo en contados casos vinieron a revisar si habíamos pagado.

Gulfoss

Gulfoss es una catarata doble que termina en un cañón que desvía el río en un ángulo de 45º. Fue la primera catarata de miles más que visitamos en Islandia y por eso le agarramos un cariño especial. Nos encantó porque en ella se siente muy cerca la fuerza de la naturaleza. Es impresionante como el gobierno se encarga de cuidar y brindarle facilidades a los turistas en cada uno de los atractivos naturales del país. En este caso, habían diversos miradores desde donde se veían las cataratas desde diferentes perspectivas. Además, el paisaje alrededor de las mismas es también una atracción en si mismo.

Gulfoss

Cuando salimos de Gulfoss estábamos completamente impresionados por todo lo que habíamos visto en tan solo un día. No solo placas tectónicas vivas separándose más de 10 mm cada año y la tierra hirviendo a nuestros pies sino también campos verdes, montañas nevadas y caballos hermosos.  De salida del circulo dorado visitamos Skálholt, un pequeño pueblito y centro religioso muy importante donde se alza una linda iglesia y al lado una casita con techos de césped súper pintoresca.

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Skálhot

Finalmente llegamos a la ciudad de Selfoss, la cual no tiene grandes atractivos pero nos sirvió para ir al supermercado y abastecernos de comida para los próximos días de aventura.

Luego de recorrer el círculo dorado, nos quedamos un poco asustados pensando que con lo que habíamos visto ya nada podría sorprendernos. Sin embargo Islandia no dejó de sorprendernos ni un solo día.