Que más puedes pedir de un fin de semana aparte de amigos, cervezas y carne a la parrilla, todo esto al aire libre y flotando sobre el mar. La verdad, no veo cómo superar un plan como este. Éramos unas 10 personas a bordo del Blacamán, un lindo y humilde catamarán, navegando por la bahía de Ancón. Lo peculiar de esta salida fue que dos de los integrantes del grupo eran los hijos de una pareja de amigos. Nathán tiene 4 años y Dana 18 meses, son los bebes más movidos que haya conocido jamás y juntos son dinamita. Antes de que embarquemos, hicimos todas las coordinaciones como para que los chicos (junto con sus padres por supuesto), puedan regresar a tierra firme cuando quisieran. Sin embargo, luego de navegar hasta Pasamayo, anclar al borde del acantilado, prender la parrilla y pasar el día ahí hasta ver la puesta de sol, los últimos interesados en regresar eran los niños. Esto me hizo pensar en varios temas que quisiera compartir.

Los niños y la naturaleza

Cada vez vivimos más apretados y eso genera conflictos. Nuestros abuelos vivían en un pueblo donde su vecino más cercano estaba a 200 metros de distancia, nuestros padres pasaron a vivir en una casa en la ciudad y ahora nosotros vivimos encima de otra familia en un departamento. No hay que ser Sigmund Freud para darse cuenta que esto genera más roces entre los adultos y sobre todo, hace que los niños se pasen de vueltas. Al vivir la calma de Nathán y de Dana en el catamarán y ver como se quedaban tranquilos con el vaivén de las olas, caí en cuenta que tener a un niño metido en un departamento, lo vuelve loco.

Nature Deficit Disorder

Hoy se habla mucho del problema del déficit de atención en los niños. La pregunta es si este término refleja un síntoma o una patología. El periodista Richard Louv definió en el año 2005 el término Nature Deficit Disorder. En sus palabras, “el trastorno de déficit de naturaleza no pretende ser un diagnóstico médico, sino servir como una descripción del costo humano de alienarnos del mundo natural”. El crecimiento vertical de las ciudades junto con la adicción a la tecnología en todas sus formas están haciendo que nos niños pasen cada vez más tiempo en ambientes cerrados, aislados de su entorno y en muchas casos que estén durante muchas horas sin ver siquiera la luz del sol. De hecho, esto tiene un gran costo en su desarrollo, es solo sentido común.

Tecno Naturalismo

La respuesta, sin embargo, no pasa por rechazar la tecnología y realizar retiros espirituales con nuestros hijos. La tecnología ha sido y será parte de nuestra existencia humana desde las épocas de los primeros hombres. La era digital en la que vivimos no ha hecho más que acelerar esos procesos tecnológicos. Por ende, la propuesta no es nadar contra la corriente, sino utilizarla para ser mejores personas y criar mejores seres humanos. Ante estos retos, planteamos, junto con el diseñador y futurólogo Mr. Mardans (a.k.a. Dans la Mer), el término Tecno Naturalismo, que viene a expresar la necesidad humana de estar en contacto con la naturaleza pero a su vez no rechazar la tecnología, sino utilizarla para potenciar la experiencia natural. Se nos ocurre por ejemplo un futuro no muy lejano en el que podamos estar en nuestra cabaña en las montañas, rodeados por nevados y bajo un manto azul infinito, pero conectados con todos nuestros amigos a través de dispositivos electrónicos y siendo capaces de recibir a través de un dron, eldelivery del lente que tanto queríamos para nuestra cámara de fotos.

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Niños y empleados

¿Qué tal si pensamos en nuestros empleados como si fueran Nathán y Dana? Los pequeños diablos de nuestros amigos en tierra se convirtieron en angelitos que miraban absortos al horizonte mientras el viento empujaba las velas del Blacamán. En la oficina sucede lo mismo, tenemos a miles de personas encerradas en espacios minúsculos, mirando a una computadora durante 8 horas al día. ¿Eso volvería loco a cualquiera, no?

En el trabajo, pensamos en nuestros colaboradores como si fueran delfines de acuario. Sabemos que están ahí y sabemos que están confinados en un espacio reducido cuando su naturaleza es otra, pero igual los vemos felices haciendo sus piruetas y dando todo de sí por la empresa.

Por ende, asumimos que están bien en su cautiverio. Malas noticias, no lo están. Necesitamos del aire libre para ser felices y para ser más productivos. Las vacaciones, los viajes, los paseos y los talleres en contacto con la naturaleza son parte esencial del desarrollo de todo trabajador (y de todo ser humano). Salgamos de la caja y saquemos también a nuestros colaboradores de ella. Usemos creativamente los principios del tecno naturalismo para mejorar nuestra organización y la vida de los que nos rodean. Bob Dylan la tenía clara hace más de 50 años, ”The answer my friend, is blowing in the wind”.